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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Hace algunas noches, mi fe se me perdió

"Yo creía que no creer era malo, hasta que descubrí que aún peor es creer que creo. Yo creía que dudar de lo que siento era malo, hasta que descubrí que aún peor es hacer como que no dudo y como que no siento". Qué puede ser peor que haber perdido la fe, ¿acaso pensar que por haberla perdido me sabe a nunca haberla tenido en un principio? Es el mal del ciego que creía haber comenzado a ver, que luego pierde de nuevo la vista y en realidad no extraña la luz. Yo tanto que me quejaba de los mártires y ahora mi pereza mental abusa de la víctima que todos llevamos dentro. Desistir fue tentador -y digo fue, porque ya no lo es- vencí la tentación de la manera más laxa que la conciencia permite: cayendo en ella; en sus fuertes brazos, que en adición a mi debilidad, resultan la trampa perfecta, la imbatible prisión de lo neutro y lo indiferente. Sé que hay un mundo cuesta arriba al final de este túnel, conozco las consecuencias, conozco los riesgos y también sé que nada es imposible,