Nunca fui un niño de Marvel TM, tampoco de DC TM; Superman era genial, pero jamás me encomendé a su heroísmo; yo creo que estrené el raciocinio demasiado temprano, no sé.
Tampoco le pedía milagros al Dios de mis padres, a ese señor yo nunca lo había visto ni en la tele. A veces me ponían a hablar con él, hincado junto a mi cama con las manos juntas como en un aplauso congelado (quién sabe porqué). Pero yo con tantas preguntas y él con tanto silencio, creo que no funcionó.
Es muy raro, lo sé, sobre todo porque Batman tiene ese asombroso cinturón con mil artilugios que siempre salvan el día, pero a mí no me sorprendía tanto; su cinturón no tenía un suéter, tampoco podía hacer paletas heladas con el chocomilk que había sobrado en el desayuno y, sobre todo, era incapaz de espantar a los monstruos, es mas, creo que hasta los atraía. ¿Qué clase de héroe es ése? El mío era mejor, sobre todo en la parte de espantar monstruos, ah, y los suéteres. Ni se diga sus besos curativos, cual Semillas del Ermitaño. Y lo único que yo tenía que hacer, era apagar el Nintendo a tiempo y ser bueno con mi hermana.
De verdad creo que mi superhéroe es mejor que todos esos ridículos con los calzones de fuera y, aún así, nunca he visto piñatas, loncheras o estampitas con su imagen; por eso, le voy a hacer un comic, para que los niños de ahora sepan que deben abrir los ojos y darse cuenta de que sus Spiderman's y sus Aquamanes se quedarían petrificados ante una montaña de ropa sucia o un corazón roto.
En fin, podría hacer una lista interminable de cosas por las que mi superhéroe favorito es mejor que todos los demás, pero estaría desviándome de lo que realmente quería decir al respecto:
¡Gracias, Mamá!, te voy a hacer un comic.
Comentarios
Publicar un comentario
Se aceptan comentarios