Cerré los ojos y te vi en mis planes.
1. En este punto ya sabía que yo había vivido más de novecientas ochenta y nueve vidas, pero al principio hubo un largo tiempo en que no lo sabía y tuve que convencerla de que la había elegido a ella para quedarme a vivir en la realidad que más me había gustado de todas las que concursaron: que era mi 1/989.
2. Para ser sincero nunca estuve seguro de si era ella la mejor realidad posible de entre millones y millones de combinaciones.
3. Quedarme en esa realidad posiblemente haya sido una de las únicas decisiones que tomé sin estar 93% seguro de que era la mejor (una de mis más preciadas reglas era la de no avanzar hasta estar por lo menos 93% seguro del éxito de ese camino de realidad).
4. Vamos, que ni siquiera estaba 80% seguro. Era un clásico y regular 50-50. Ahora que lo pienso: la otra decisión que también tomé así —sin ver, ni pensar— fue la de creer.
5. Dos decisiones de amor... tomadas sin ningún cuidado ni precaución. Pues de qué otra manera podría tomarse una decisión de amor, ¿no?
6. Y yo no lo sabía en ese momento, pero qué combinación más ganadora: el amor y el valor.
7. O... qué combinación más destructiva: la pasión y el arrebato.
8. Quizás fue la primera vez que contemplé al amor sin estar embriagado de amor hasta el hipotálamo. Por fin quise como me gusta... demostré que también se puede amar fuerte con la razón.
9. Descubrí que también se puede pensar fuerte con el corazón.
10. Es poderosa e inocente, tan simple y tan compleja. Y además de todo es bonita.
1. En este punto ya sabía que yo había vivido más de novecientas ochenta y nueve vidas, pero al principio hubo un largo tiempo en que no lo sabía y tuve que convencerla de que la había elegido a ella para quedarme a vivir en la realidad que más me había gustado de todas las que concursaron: que era mi 1/989.
2. Para ser sincero nunca estuve seguro de si era ella la mejor realidad posible de entre millones y millones de combinaciones.
3. Quedarme en esa realidad posiblemente haya sido una de las únicas decisiones que tomé sin estar 93% seguro de que era la mejor (una de mis más preciadas reglas era la de no avanzar hasta estar por lo menos 93% seguro del éxito de ese camino de realidad).
4. Vamos, que ni siquiera estaba 80% seguro. Era un clásico y regular 50-50. Ahora que lo pienso: la otra decisión que también tomé así —sin ver, ni pensar— fue la de creer.
5. Dos decisiones de amor... tomadas sin ningún cuidado ni precaución. Pues de qué otra manera podría tomarse una decisión de amor, ¿no?
6. Y yo no lo sabía en ese momento, pero qué combinación más ganadora: el amor y el valor.
7. O... qué combinación más destructiva: la pasión y el arrebato.
8. Quizás fue la primera vez que contemplé al amor sin estar embriagado de amor hasta el hipotálamo. Por fin quise como me gusta... demostré que también se puede amar fuerte con la razón.
9. Descubrí que también se puede pensar fuerte con el corazón.
10. Es poderosa e inocente, tan simple y tan compleja. Y además de todo es bonita.
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