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Tú serás el Abrazo que me alivie



 Hace unos días, rodó una lágrima por la mejilla de Dios, quien se desprendió de un pedacito de su cielo glorioso. Luego rodaron varias lágrimas por mis mejillas también, lágrimas de una felicidad con un sabor que jamás en mi vida había probado.

Te estaba esperando, te estaba extrañando aún sin conocerte. Te estaba amando desde antes de tenerte. Aún no conoces las palabras, aún no conoces los colores, aún no me conoces a mí. Pero, oye, confía, confía en mí cuando te digo que vas a amar la tierra que pronto vas a pisar, esta tierra que pronto vamos a recorrer juntos. No te prometo que todo será bonito, pero sí te prometo que tendrás siempre dónde descansar tu fragilidad, sí te prometo que estaré ahí para velar tus sueños, sí te prometo un abrazo aliviador y, porqué no, un tío consentidor.

Tengo talvez una edad en la que muchas de mis certezas caducan, sin embargo, supe sin entenderlo que la canción de mi vida tenía una parte que hablaba muy claro de tu presencia. Sin saber sabiendo, algo de aquel asombro debió anunciarme que llegarías y ese asombro hoy es una sublime alegría.
Y es que de todas las cosas que existen o son, tu vida es lo que más vida le ha dado a la vida mía.

Cierto día tambaleando en el borde de una de esas crisis existenciales provocadas por el ocio sabatino y la ducha tibia, pensé: “y a todo esto, ¿para qué aprendemos todo lo que aprendemos?, ¿para qué sabemos todo lo que sabemos?, ¿para qué si todo termina por acabarse?”, qué cosa que aún sin conocer las palabras llegaste dando respuestas. Todo lo aprendido tendrá sentido cuando, llegado el momento, nos permita la vida enseñarnos el uno al otro. Es más, te propongo un trato: prometo enseñarte todo lo que sé, prometo decirte ese buenísimo truco del bote de plástico en la llanta de la bicicleta, prometo enseñarte a patear el balón con el empeine y no con los dedos (para que no te vayan a escoger al último en la cáscara), prometo incluso decirte ese secreto de cómo hacerle para que te hagan caso las bonitas, prometo enseñarte a escribir y sobre todo prometo dejar que te escondas detrás de mí cuando te persiga tu madre para regañarte por crear una bella obra de arte en la pared de la sala. A cambio, tú promete que siempre me dejarás cuidarte, promete que siempre serás para mí un recordatorio de que jamás se debe dejar de ser niño, prométeme que te fijarás en mis cosas buenas y aprenderás a no aprender mis cosas malas, prométeme también que harás caso cuando te frunza el ceño y te hable serio, promete que serás el culmen de todo el amor que existe en mi familia, que ahora es más tuya que de nadie. Promete que me compartirás de ese amor nuevo, recién salido de las manos de Dios.

Por cierto, antes que otra cosa suceda, debes saber que hay gente que ya olvidó cómo ser niño, que hay gente que dice que la vida es difícil o complicada. No hagas caso a esas advertencias, la vida no es difícil ni complicada, de hecho, es mucho muy simple: la vida se trata de amar, de disfrutar y de aprender, es la vida algo tan bello, posee una belleza tan, tan, pero taaaan hermosa, que a veces esa belleza sublime sobrepasa nuestro entendimiento y, al no comprenderla, la confundimos con un poco de dolor. Pero no te preocupes, de verdad, que llegaste a un hogar lleno de gente cariñosa y sabia (luego te cuento todo lo que a mí me enseñaron los abuelos). Disfruta y ama, es la clave.

Eres muy amado y serás amado cada día más, sangre de mi sangre. Lo sé bien, muy bien, porque conozco a mamá desde hace ya un tiempo. Tampoco estuve en el hospital cuando ella llegó, porque no dejan entrar niños a los hospitales (luego te explico), pero poco tiempo después ya estaba molestándola en la comodidad del hogar. Y sí algo te puedo decir después de tanto tiempo de conocerla, es que tiene un don que heredó de la abuela de amar intensamente, de amar incondicionalmente, de amar eternamente. ¿Ya ves? y dicen que la vida es difícil.

Amigo mío, no cabe duda: lo vamos a pasar muy bien, ya verás las carnes asadas que va a hacer el abuelo mientras tú y yo juguemos en la alberca, ya verás cuando te desesperes porque no te deje ganar en los videojuegos (soy bueno, te advierto), ya verás cuando nos escapemos por un helado o al cine, ya verás cuando te persiga el tonto de Ringo. Ya verás. Qué bueno que llegaste: te estaba esperando. Domestícame.





PD: el abuelo guarda chocolates en el cajón de los calcetines ;)






Comentarios

  1. ​Luego vendremos otros a explicarte por qué los discos de Los Beattles vuelan mejor que cualquier Freezbee, te diremos dónde tiene tu padrino guardados los juguetes aún en su estuche y te escucharemos quejarte cuando te envíe a pedirles el teléfono a señoritas que siquiera conoces.

    Todo eso te lo explicaremos con el tiempo, pero hoy quiero darte un regalo de bienvenida, una atajo a la felicidad, decirte algo en voz bajita, aunque sé que lo sabes, hay cosas que se intuyen desde antes de abrir los ojos.

    Dios es bueno. (Y tiene barba como tu tío)

    ¡Cómo me caes bien Gael! Mira que robarle un montonal de lágrimas y sonrisas a una persona que me ha hecho lo mismo durante años. Hasta siento que abonas a la deuda que yo tengo con la vida.

    Dios es bueno y te ha dado por Padrino alguien a quien aprenderle todos los días. Ojalá seas testarudo y no sepas jamás perder, sería genéticamente explicable. Hazlo también renegar mucho. Se lo merece el cabrón.

    P.S. No es tan bueno en el Fifa, y cuando te quiera impresionar musicalmente dile que tocar el Bajo no cuenta como instrumento.

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