Ir al contenido principal

Taraxacum






Flor del desierto, que crece sin permiso y sin avisar.
Nunca nadie le dijo cómo, pero sabe porqué y eso le basta.

Majestuosa con poca agua e invencible con poca sombra.
Tan libre, tan de nadie.

No hay belleza más merecida, no hay humildad más grande.
Flor silvestre del desierto, tan bella y tan inoportuna.

Crece sin detenerte, hasta el futuro. Hasta siempre. Como quieras.
Al fin que nadie nunca te ha dicho qué hacer, flor silvestre del desierto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Recuerdo 7109

Cerré los ojos y te vi en mis planes. 1. En este punto ya sabía que yo había vivido más de novecientas ochenta y nueve vidas, pero al principio hubo un largo tiempo en que no lo sabía y tuve que convencerla de que la había elegido a ella para quedarme a vivir en la realidad que más me había gustado de todas las que concursaron: que era mi 1/989. 2. Para ser sincero nunca estuve seguro de si era ella la mejor realidad posible de entre millones y millones de combinaciones. 3. Quedarme en esa realidad posiblemente haya sido una de las únicas decisiones que tomé sin estar 93% seguro de que era la mejor (una de mis más preciadas reglas era la de no avanzar hasta estar por lo menos 93% seguro del éxito de ese camino de realidad). 4. Vamos, que ni siquiera estaba 80% seguro. Era un clásico y regular 50-50. Ahora que lo pienso: la otra decisión que también tomé así —sin ver, ni pensar— fue la de creer. 5. Dos decisiones de amor... tomadas sin ningún cuidado ni precaución. Pues de qué

Idreal

Somos así los humanos De dos muy contrarios mundos En uno vamos moribundos En otro vamos soñando Si lo tocas con las manos Estás en el mundo real Si lo toca el ideal Entonces aún no existe Un mundo al otro resiste Ideal contra lo real

Que llueva

Te apagas, trueno Te tengo estando y estando te llevo a donde nunca puedo llegar Te siento, Trueno, me elevo y tú bajas, como un rayo corres queriendo volar Te apagas, trueno En sueños no te toco sigue cayendo, hazte diluvio No te apagues trueno nunca dejes de gritar